“La puerta Abierta”, de P. Brook ( continuación)

II) En una aldea de Bengala tuve ocasión de contemplar una ceremonia de gran intensidad llamada Chauu. Los participantes, gentes de la aldea, escenificaban batallas moviéndose hacia delante con pequeños saltos. Lo hacen mirando fijamente frente a ellos. En su mirada hay una fuerza extraordinaria, una intensidad increíble. Pregunté a su maestro: “Qué hacen ¿En qué se concentran para tener una mirada tan intensa?”. El me respondió: “Es muy sencillo. Les digo que no piensen en nada. Sólo tienen que mirar hacia delante y mantener los ojos bien abiertos.” Comprendí que jamás conseguirían esa intensidad si se concentraran en cosas como “¿qué siento?”, o si hubieran llenado el espacio de ideas. Para una mente occidental, esto resulta difícil de aceptar, porque hemos convertido las “ideas” y la mente en deidades supremas desde hace siglos. La única respuesta se halla en la experiencia directa, y en el teatro es posible experimentar la realidad absoluta de la extraordinaria presencia del vacío, comparada con el pobre revoltijo de una cabeza atestada de pensamientos.
¿Cuáles son los elementos que perturban el espacio interior? Uno de ellos es la racionalización excesiva. ¿Porqué insiste uno en preparar las cosas de antemano? Casi siempre se hace para luchar contra el miedo de quedar en evidencia. En épocas pasadas conocí a actores convencionales que preferían recibir todo tipo de instrucciones del director el primer día de ensayos y que no les volvieran a molestar. Para ellos era el paraíso, y si deseabas modificar algún detalle dos semanas antes del estreno se ponían muy nerviosos. Teniendo en cuenta que a mí me gusta cambiarlo todo, algunas veces incluso el día de la función, me resulta imposible volver a trabajar con este tipo de actores, si es que aún existen. Prefiero trabajar con actores que disfruten siendo flexibles…” “En estos casos no sirve de nada decirles “note preocupes”, porque es el medio más seguro de asustarlos aún más. Hay que demostrarles con toda sencillez que eso no es cierto. Unicamente repetidos ensayos y la experiencia de las representaciones permitirán al director demostrar a un actor que el espacio se llena de auténtica creatividad cuando uno no busca seguridad.”
Hasta aquí Peter Brook. Esto nos sirve para comprender más que al entrar a una escena debemos trabajar el preconflicto en el cuerpo, no para llegar cargados de sentimientos o pensamientos, sino para crear una situación determinada usando los conflictos Físicos, al menos en primera instancia. Luego de la interacción surgirán relaciones o situaciones no previstas que irán cargando de ORGANICIDAD nuestra conducta. Transformando al otro me transformo a mí. A riesgo de ser repetitiva en las clases que digo siempre lo mismo, ahora también se los escribo! Hasta que se les haga caarrneee….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenisima nota.