“El cuerpo poético”, de J. Lecoq

Ante una improvisación o un ejercicio, hago “constataciones”, que no hay que confundir con “opiniones”. Cuando un neumático de un coche revienta, eso no es una opinión, ¡es un hecho! Yo lo constato. Las opiniones sólo pueden ser enunciadas a posteriori, a partir de una referencia de la realidad. La constatación es realizada por el profesor, rodeado de los alumnos. Cuando constato algo, lo que digo es el eco de los alumnos, que resuena en mí. Es a mí a quien corresponde formular la constatación, pero es importante que todos la compartan. El que un profesor de teatro tenga ganas de decir, después de una improvisación, “esto me parece bien…”o “me gusta mucho…” tiene poco interés. A cada uno le puede gustar o no gustar lo que ha visto, pero es otra cuestión. La constatación es la mirada que se dirige sobre la cosa viva, intentando ser lo más objetivo posible. La crítica que se emite sobre el trabajo no es una crítica de lo que está bien o lo que está mal, sino una crítica de lo “exacto”, de lo “demasiado largo”, de lo “demasiado corto”, de lo “interesante”, de lo “no interesante”. Esto puede parecer pretencioso, pero sólo nos interesa lo que es “exacto”: una dimensión artística, una emoción, un ángulo, una relación de color. Todo esto existe en cada obra que perdura, independientemente de su dimensión histórica. Cada uno puede sentirlo, y el público sabe perfectamente cuando algo es exacto. Si el público no sabe el porqué, nosotros sí debemos saberlo puesto que somos, además…especialistas….” “En este sentido, la Escuela es también una escuela de la mirada. Todo el mundo puede dar un tema de improvisación, ¡el problema es saber lo que hay que decir después! No se trata de transmitir un saber idéntico, sino de intentar comprender juntos, de encontrar entre el alumno y el maestro un nivel más elevado que haga que el maestro diga a sus alumnos cosas que nunca hubiera poder decir sin ellos y que suscite en los alumnos, a través de su ansia y su curiosidad, un conocimiento…” “El error no solamente ha de aceptarse, sino que es necesario para que la vida continúe, salvo en el caso de que sea demasiado importante. Un gran error es una catástrofe; un pequeño error es esencial para permitirnos existir mejor. Sin error no hay movimiento. ¡Es la muerte!”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pequeña reflexión sobre la diversidad de opiniones y constataciones, desde mi punto de vista de alumno, es que es muy difícil aprender teatro pero veo que también es muy difícil enseñarlo.

Diego de los Miércoles.

Alejandra dijo...

Sí Diego, la pedagogía teatral es un estudio muy reciente. Comienza Stanislavsky fines s.XIX,y se ha comezado a desarrollar en el s. XX. Es todo un descubrimiento. Además, la dificultad reside en que no estamos trabajando con conceptos ni con óleos o notas musicales, sino con nuestro propio cuerpo, nuestrar integridad psicofísica y nuestras vivencias también. Pero no es tan difícil aprender, hay que entrenar y sobre todo tener pasión, deseo. La frase " el teatro no se enseña, se aprende", es muy pertinente, porque atendiendo y probando con nuestros instrumento( nosotros mismos) logramos resultados. Y yo les enseño una técnica que ordena y sistematiza lo que parece imposible. Ya van a ver...